En cada susurro, ahí estas...
Era una noche de abril invernal, el viento soplaba fuertemente hacia temblar los mas recónditos lugares, la niebla cubría de blanco con su manto tenebroso el campo fértil , las hojas de los arboles caían sobre el suelo ya sin vida, a lo lejos del lugar se encontraba una casa ubicada en lo alto de las cumbres, el lugar era solitario, sigiloso allí vivía un hombre ya viejo de edad, era un hombre taciturno, soñador, solitario, cada vez que llegaba la noche los recuerdos lo invadían, se sentaba en una esquina de su habitación, con una cajetilla de cigarros con su café encima de la mesa, y con un viejo libro donde guardaba los recuerdos de su vida, cada noche los leía antes de acostarse, sus ojos se inundaban y las lagrimas comenzaban a deslizarse por su rostro como cantaros de un roció, su mirada penetrante y perdida en sus recuerdos era lo único que lo mantenía con vida.
Cada recuerdo era como un circulo donde divagan sus ideas, su corazón se abría en mil pedazos en su interior, en lo que pensaba el hombre era en ella sí ella, eras tú, la que le robo su corazón, desde la primera vez que se conocieron en aquel parque donde el no tenia mas que muchas cosas que contar ahí te conocio, la que toco su mano en las noches mas oscuras, la que le hacia compañía durante toda su vida, la que la abrazaba con ese color intenso que solo ellos dos sentían, la que compartía con él sus días alegres y tétricos, la que le contaba sus recuerdos, las promesas, los sueños rotos, tú eres la que lo comprendía, le daba consejos, ella es la reflexiva, la que la atrapo a la primera mirada la cautivo con su rostro sincero y vagabundo con la mano en el corazón y le prometió que nunca lo dejaría, que siempre estaría a su lado, en las noches donde el quisiera verla estaría, que solo pronunciara nombre, que entre sus sueños tu estarías vigilándolos, calmándolos, tú le secabas las lagrimas de dolor, eras su compañera de toda la vida, sí ella solo ella sabes de quien te hablo, de la soledad, un espasmo prolongado recorrió en su interior cada vez que la vuelve haber , su compañía es abrumadora, encantadora, sus gestos son cálidos como el sol que alumbra a medio día, eres tú la soledad la que siempre te hace compañía.
martes, 31 de agosto de 2010
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